El Trabajador Social debe colaborar estrechamente con las
personas usuarias, motivando su participación y respetando sus intereses, así
como los de otras personas involucradas. Este compromiso ético implica una
serie de acciones y actitudes fundamentales:
1. Colaboración y participación: Trabajar en
colaboración con las personas usuarias, reconociendo su capacidad para tomar
decisiones sobre su propia vida y bienestar. Promover su participación en el
proceso de trabajo social, involucrándolos en la identificación de necesidades,
la planificación de intervenciones y la toma de decisiones que afecten a su
situación.
2. Escucha activa: Utilizar la escucha activa y empática
hacia las personas usuarias, brindándoles un espacio seguro y de confianza para
expresar sus preocupaciones, deseos y necesidades. Valorar sus perspectivas y
experiencias, reconociendo que son expertos en sus propias vidas.
3. Respeto a los intereses: Respetar los intereses y
preferencias de los usuarios, reconociendo su derecho a tomar decisiones que
reflejen sus valores y objetivos personales. Entender sus metas y aspiraciones,
y trabajar en colaboración para ayudarles a alcanzarlas de manera autónoma y
significativa.
4. Consideración de las personas involucradas: Tener en
cuenta los intereses y necesidades de otras personas involucradas en la
situación, como familiares, cuidadores o miembros de la comunidad. Buscar el
equilibrio entre estos intereses de manera justa y ética, asegurando que todas
las partes sean escuchadas y consideradas en el proceso de trabajo social.
5. Confidencialidad y privacidad: Respetar la
confidencialidad y la privacidad de las personas usuarias y de todas las partes
involucradas. Mantener la confidencialidad de la información compartida durante
las sesiones o entrevistas, compartiendo lo necesario y apropiado con el
consentimiento informado de las personas afectadas.
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